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Mi prueba de ayer, es testimonio hoy

15 marzo, 2021

“Mi prueba de hoy será testimonio de mañana”

Pero yo hoy digo:

«Mi prueba de ayer, es testimonio hoy»

Dios sea bendiciendo la vida de la persona que hoy está leyendo este testimonio, que espero sea de mucha fortaleza y de ánimo para seguir adelante, ante cualquier situación que estés pasando.

Hoy quiero compartir con ustedes la inmensa gratitud que hay en mi corazón para con nuestro Dios, que, en su infinita misericordia, me permite testificar que fue de su mano que pasé al otro lado de ésta fuerte tormenta.

Mi nombre es Amparo Villamil Giraldo, soy una mujer casada hace ya casi 17 años, con 2 preciosos hijos, una señorita ya de 16 años y el niño de 7 años.

Le sirvo al Señor en lo que más me apasiona y es en el Ministerio de la alabanza y de evangelismo y ahora dispuesta a testificar por cualquier medio de las grandezas de mi Padre Celestial, de su misericordia, sus milagros y su poder.

Bueno, todo inicia el 7 de mayo de 2019 cuando por cosas de Dios me sentí algo extraño en el seno izquierdo. Fui a revisión y después de allí empecé un proceso de exámenes, biopsias, radiografías, mamografías, ecografías y el 29 de mayo del mismo año tenía que ir por los resultados finales de todos estos procedimientos. Le dije a mi hermana que me acompañara y cuando tuve los resultados en mis manos, abrí el sobre y leí una noticia devastadora para mí, en donde sale que tengo cáncer de seno, y un cáncer de los más agresivos y que también me ha hecho metástasis en la axila.

Ese día me sentí muy triste, lloré mucho en el hombro de mi hermana, pero ella me dijo: Dios tiene el control de todo.

Cuando salimos de aquel laboratorio, me sentía llena de paz, de tranquilidad y me sentía como si estuviera anestesiada y era Dios que desde ese mismo momento ya estaba tomando el control de mi vida, dándome fuerzas para poder soportar la prueba por la que Dios quería que yo atravesara, en la cual yo no iba a estar sola, porque él siempre iba a estar conmigo.

Ese mismo día le dije al Señor: le voy a servir con todo mi corazón, con todas mis fuerzas y con todo mi ser.

Cuando Dios permite que el enemigo zarandee nuestra vida, es porque Él sabe que podemos soportarla y salir victoriosos de la batalla.

1 Corintios 10:13: “No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla.” (RVR 1995)

Así hizo Dios conmigo y mi familia.

La prueba que Dios pone en nuestra vida es para:

  • Enseñarnos
  • Cambiar algo que no le gusta
  • Fortalecer nuestra fe
  • Enamorarnos más de Él
  • Y bendecirnos

En este proceso de casi 2 años de procedimientos tan difíciles para mí, el Señor me sostuvo con buen ánimo, confianza y fortaleza para cada cosa que atravesé.

En este tiempo me realizaron:

  • 16 quimioterapias
  • 1 cirugía
  • 20 radioterapias

¡Cómo vi la mano de mi Dios de una manera especial moverse en mi vida y en la de mi familia!

Dios es bueno todo el tiempo

Cuando iba a iniciar el proceso de quimioterapia le pedí al Señor que no dejara que mi cabello se cayera, pero a los 12 días se me empezó a caer el cabello por cantidades. Sí, lloré demasiado, pero ahí estaba mi hermana dándome palabras de aliento, y diciéndome que todo tenía solución, y es una gran verdad, pero muchas veces nos encerramos en nuestro mundo, nos derrumbamos y creemos que no hay solución, pero Dios tiene la solución a cada problema.

La solución de esto, que para mí era un gran problema y lo digo porque a nosotras las mujeres o la gran mayoría, nos encanta cuidar de nuestro cabello, de tenerlo largo y pasarme esto, pues imagínese, fue algo duro para mí y aún más cuando a los 3 o 4 días de ver que se me caía y se me caía, le dije a mi esposo: “quíteme todo el resto de cabello que me queda, rápeme de una vez por todas”. Sabe, creí que iba a llorar desconsoladamente, pero no fue así, Dios una vez más estaba allí fortaleciéndome, y la solución a esto fue mandar a hacer una peluca. Muchos sabían, pero otros lo ignoraban, ¡ahhh! que duro fue para mí también estar dependiendo de esto para poder salir a la calle, pero que gracias a mi hermana y mi cuñado Alejandro se hizo posible, y tenía que sentirme yo muy privilegiada, ya que muchas mujeres en este estado quisieran hacerlo, pero no pueden, y deben ponerse turbantes.

Aprendí que un no también es una respuesta de Dios, muchas veces queremos que todo lo que le pedimos a Dios las respuestas sean siempre sí, pero estamos muy equivocados, el Señor Jesús no es mandadero de nadie, y Él hace lo que quiera, con quien quiera y donde quiera.

Jeremías 29:11: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para vosotros —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de daros un futuro y una esperanza.” (CST)

Dios siempre quiere lo mejor para nosotros, somos sus hijos y para los que tienen hijos sabremos que siempre queremos lo mejor para ellos, así mismo es Nuestro Dios.

Cuando se me cayó mi cabello, aprendí a valorar mucho más lo que Dios nos da día a día, a quejarme menos, porque Dios me mostró muchas veces cuánto renegamos por lo que tenemos. En lo físico Dios no nos tiene contentos cuando decimos: quisiera mi cabello lacio, si lo tengo crespo. Si lo tenemos crespo, lo queremos lacio. Si soy rubia, quiero el cabello negro. Si lo tengo negro lo quiero rubio y así sucesivamente y en lo material, nos quejamos por la casa tan pequeña, tan fea, por la ropa tan vieja y no miramos que muchas personas en el mundo están pasando una situación mucho más difícil que nosotros, no tienen un techo, pasan hambres y están con ropa andrajosa.

¡Seamos agradecidos por lo que tenemos todo el tiempo!

1 Timoteo 6:8: Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.

Terminé el 26 de mayo el proceso de quimioterapia victoriosa, y solo gracias a mi Señor. Fue bastante difícil este proceso, tanto que por un momento sentí desmayar, y le dije a mi esposo: no quiero seguir más con esto, ya estoy cansada de vivir enferma, pero él me dijo: No. Vamos juntos de la mano de Dios, faltaba más cuando empezamos, usted es una guerrera, siga adelante, y doy gracias a Dios por mi esposo, porque a mujeres que viven este proceso sus esposos las abandonan, pero él no lo hizo, más bien me apoyó en todo, me soportó en todo momento, ¡me tuvo una paciencia increíble!

Tuve una lucha tremenda contra las asechanzas del enemigo, todo el tiempo me decía que mire como mantenía de enferma, que Dios no me había sanado, y yo invocaba el nombre de Jesús y me declaraba sana, aunque medicamente no lo era, pero que yo por fe, si lo declaraba. También todo el tiempo me decía que yo me iba a morir, y yo lloraba, pero el Pastor Juan Carlos Caicedo, fue usado por Dios, porque un día cualquiera, amanecí afligida pensando en esto y Dios me habló de una manera especial diciéndome:

San Juan 11:4b: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.”

Y otro día me llamó el Pastor Jesús Madrid y me dio este versículo que fue de mucha fortaleza

Salmos 18:17: “No moriré, sino que viviré, Y contaré las obras de JAH.”

Y así fue, porque hoy estoy aquí dándole la gloria al que todo se lo merece.

Y yo lloraba ya, pero de felicidad, de saber que Dios estaba de mi lado, fortaleciéndome una vez más.

Nunca pierdas la fe, Dios es el único que puede solucionar nuestros problemas, nuestra situación por muy difícil que sea, cualquier enfermedad, cualquier dolencia, y además de hacer una sanidad interior, sanar cualquier raíz de amargura u odio que tengamos hacia nuestro semejante.

Antes de esperar un milagro, una respuesta de Dios, debemos confesar con nuestros labios victoria, eso se llama fe.

Romanos 4:17b: “y llama las cosas que no son, como si fuesen.”

Después de tres semanas después de haber terminado el proceso de quimioterapia, me realizaron la cirugía de la cual salí muy bien, todo gracias a Dios.

Y quisiera contar y no puedo pasar por alto, que me llamaron de la clínica para programarme para cirugía y me dijeron que la cuota moderadora era de $300.000 y mi esposo en este tiempo no estaba trabajando, y yo me asusté y le dije a mi esposo de lo de la llamada, y él me dijo: Dios es el dueño del oro y la plata, vamos a orarle a Dios, que Él nos la va a dar, no se preocupe.

Y yo le dije: sí es verdad Dios es nuestro proveedor, Él nos la va a dar.

Empezamos a orarle a Dios y Dios nos respondió tan pronto que me quedé de una sola pieza, y ese es el Dios a quien le servimos, el Dios de lo imposible.

Dios usó a una hermana de la iglesia, amiga mía: Maria Isabel Buriticá. Ella me llama y me dice que me quería dar un dinero para que le pagaran a alguien y me cuidara después de la cirugía, ya que ella no lo podía hacer, y yo le dije que no le recibía, que me daba vergüenza y ella me dijo recíbamelos que tuve ese sentir de ayudarla, y luego una voz me decía y sentí que era Dios cuando me decía que lo recibiera, que esa era la respuesta de mi petición y yo empecé a llorar como una niña y ella me dijo que me iba a mandar $300.000 y yo le dije a ella de mi petición a Dios y ella me dijo pues entonces cójala para pagar la cuota moderadora, y yo estaba muy feliz por la respuesta de Dios, porque lo que mi esposo y yo le pedimos, eso exactamente me lo envió el Señor.

¡Dios es bueno, todo el tiempo!

San Marcos 11:24: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.”

El 7 de septiembre del 2020 empecé el proceso de 20 radioterapias, todos los días, de lunes a viernes y terminé el 9 de octubre del mismo año, doy gracias a Dios porque, aunque también fue muy duro el proceso, terminé en victoria y Dios una vez más mostró su fidelidad para conmigo.

El 6 de octubre del 2020 médicamente me dijo la mastóloga y el oncólogo que yo ya era sana, estaba libre de cáncer, libre de toda célula cancerígena que no había residuos de tumor en mi cuerpo.

De inmediato le di toda la gloria a mi Señor por su grandeza, Dios siempre tuvo el control de principio a fin.

¡Cuán grande era mi felicidad! se podrán imaginar lo que yo sentía, ya no lloraba de tristeza sino de alegría, y una vez más en brazos de mi hermana quien fue una de las personas que estuvo todo el tiempo pendiente de mí, al igual que toda mi familia, que no dejó de llamarme, de enviarme mensajes, de visitarme, y siempre dándome palabras de aliento.

Yo doy gracias a Dios por la familia que me dio. A mis hijos porque a pesar de tan dura batalla, estuvieron también conmigo batallándola, soportándome en todo tiempo, ya que en este proceso se vuelve uno una persona de mal genio, susceptible, en fin, pero me soportaron hasta el final y le tuvieron esa paciencia a la mamá.

En medio de este proceso aprendí lo importante que es la familia, cuando están con uno en las buenas y en las malas, todo tiene su tiempo, no es en el nuestro, sino en el de Dios, para Dios nos hay nada imposible, al que cree todo es posible y todo obra para bien, así es, Dios quiere siempre lo mejor para nosotros.

Sigo en observación y controles hasta que parta con el Señor, y estoy actualmente en tratamiento por un año cada 21 días para evitar que vuelva a aparecer.

Quedan cicatrices en mi cuerpo que siempre me harán recordar lo grande y fiel que es Dios, al darme otra oportunidad de vida, después de vivir esta fuerte y dolorosa prueba.

Quiero agradecer a todos mis hermanos en Cristo y a todos los pastores de diferentes congregaciones, y denominaciones que estuvieron orando y haciendo ayuno por mi familia y por mí, para que Dios hiciera esa sanidad en mi cuerpo, para que nos fortaleciera, nos ayudara y así lo fue, nunca Dios nos desamparó.

¡Sus oraciones no fueron en vano! Dios nos escuchó.

Deseo mil bendiciones para sus vidas y que el Todopoderoso los ayude en todo.

Cuando pases por una prueba dura y te preguntes: ¿Dónde está Dios? Recuerda que el profesor siempre está en silencio durante el examen.

¡Dios bendiga grandemente tu vida!

Por: Amparo Villamil

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