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“Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.” Jeremías 2:13

En esta porción de las Sagradas Escrituras, podemos ver el mal que se comete al despreciar al Señor y seguir otras doctrinas o enseñanzas que no traen ningún beneficio al hombre pecador. En el verso 19 encontramos la siguiente lectura: “Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.”.

Jeremías 17:13 dice lo siguiente: “¡Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.” Tal vez alguno que haya leído estas porciones de las Sagradas Escrituras, dirá que estas porciones no se refieren sino únicamente al pueblo de Israel. Es lógico que en ese entonces el Señor únicamente se limitaba a tratar solamente con esa nación, pero hoy no es así, pues con la venida de Cristo por primera vez al mundo, como Salvador, ya su mensaje no se limita para una sola raza o pueblo, sino para todo el mundo, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16.

En el primer versó que leímos habla de dos males, pues dice que: Dos males ha hecho mi pueblo, primero -dice el Señor- me dejaron a mí, fuente de agua viva -y después dice- y cavaron para sí cisternas rotas, que no retienen agua. Lo que el Señor les quería decir a su pueblo era que ellos habían dejado sus mandamientos, que Él les había mandado guardar y que el guardarlos era motivo de grandes bendiciones, como las bendiciones que experimentaron después que el Señor los sacó de la servidumbre que en otros tiempos habían vivido o como fue en ese día cuando Moisés extendió su mano sobre el Mar Rojo y éste se abrió para darles paso, quedando las aguas detenidas en forma de muro mientras pasaron al otro lado o también cuando tuvieron hambre en el desierto y Dios les envió pan en abundancia y cuando tuvieron sed Moisés golpeó una roca y comenzaron a brotar aguas.

Eso era una verdadera fuente de bendiciones, o sea que el Señor era una verdadera fuente de vida para ellos, pero ese pueblo no quiso mirar todos esos beneficios del Señor y más bien se apartaron y no solamente se apartaron, sino que comenzaron a cavar para sí cisternas rotas. Una cisterna es un lugar donde se retiene agua y eso es lo que el Señor les decía, que habían abandonado la fuente y en lugar de eso habían cavado para sí cisternas rotas que no detenían agua, o sea que ellos se habían hecho su propio medio de salvación, dejando a un lado al Señor y creyendo que de cualquier manera podían salvarse, pero cuando ellos pensaban que dejando al Señor también se podrían salvar, es cuando el profeta les dice: Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán, sabe pues y ve cuán malo y amargo es el haber dejado a Jehová tu Dios y faltar mi temor en ti, dice el Señor Jehová y dice que todos los que se apartan de él serán escritos en el polvo, pues habrán abandonado el manantial de agua viva.

Pero esto no es una realidad solamente para ellos. Si ese pueblo que verdaderamente tenía conocimiento de lo que era la fuente viva, se fabricaron cisternas rotas, ¡Qué no diremos en estos tiempos cuando los maestros de falsas doctrinas están llenando nuestro mundo y cuántos miles de hombres y mujeres siguen enseñanzas absurdas, lejos de conocer o darse cuenta que están engañados!, pues la opinión de ellos es que para uno salvarse cualquier religión es buena, el todo es tener fe en Dios, pero no se dan cuenta que esas religiones son esas cisternas rotas, donde no hay agua viva que salta para vida eterna, pues el agua viva, según una declaración del mismo Señor, es el Espíritu Santo derramado como una fuente que no solamente purifica, sino que salta para vida eterna. Esta porción la encontramos registrada en el evangelio según San Juan 7:37-39 que dice “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.” ¿Ustedes creen -amigos queridos- que una religión donde jamás han enseñado el verdadero evangelio, donde el hombre puede vivir en el pecado y al mismo tiempo pertenecer a dicha religión o donde se enseña a rendir culto o adoración a las imágenes hechas de madera de oro o de metal son fuentes que saltan para vida eterna?

No amigo, esto no es así, esto es más bien una cisterna religiosa que no está de acuerdo con las doctrinas de la Biblia, donde no se recibe el Espíritu Santo podemos decir con toda seguridad que es una cisterna rota que no retiene agua; pero si usted amigo, en este día se da cuenta que hasta ahora ha tratado de saciar la sed de su alma en una religión que es una cisterna rota, yo lo invito a que venga a Cristo, pues Él todavía está en pie, no en una fiesta, sino al frente suyo y le dice: Si usted tiene sed venga a mí y beba. “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.” Apocalipsis 21:6a “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.” Apocalipsis 22:17.

Por: Álvaro Alzate Pérez (QEPD)

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