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Hace varios años que el presidente de nuestra organización, el hermano Noel Ospina, tuvo el propósito de formar una organización con el nombre de «Iglesia Pentecostal del Nombre de Jesús», haciendo énfasis en la doctrina del perdón y la restauración; claro está sin dejar de lado las otras doctrinas que también son fundamentales a la luz de la Biblia.

¿Qué entendemos por restauración? el ejemplo que les voy a citar a continuación nos ayuda a entender mejor: Cuando alguien tiene un vehículo, pero por cualquier circunstancia sufre un accidente lo primero que pensamos es en un buen mecánico, latonero o pintor que arregle las partes afectadas hasta que el vehículo quedé completamente restaurado sin dejar huellas; de igual manera hemos venido enseñando la doctrina de la restauración.

No desconocemos que los fracasos, tanto de los creyentes como de los pastores, se debe al descuido, pues no debemos ignorar que la Biblia dice que tenemos un adversario, el diablo, que anda como león rugiente buscando a quién devorar: 1 Pedro 5:8, 2 Corintios 2:11 y Efesios 4:27.

Lo ideal sería nunca pecar después de una vez que hemos conocido los caminos del Señor, pero es imposible ya que la escritura dice que «no hay hombre justo en la tierra, que haga bien y nunca peque.» Eclesiastés 7:20 (RVA) y 1 Juan 1:8-10. Tampoco esto nos da licencia para pecar, pues el hecho de enseñar la doctrina de la restauración no es alimentar la idea de caer siempre en los mismos pecados, porque es natural, si la restauración la tomamos de esta manera sería utilizar el dicho «el que peca y reza empata» ¡no y mil veces no! la restauración funciona aplicándose cómo está en la Biblia.

Hay tres ejemplos que nos dan luz plena sobre este importante tema:

  • David – Salmo 51
  • El sumo sacerdote Josué – Zacarías 3:1-7
  • El hijo pródigo – San Lucas 15:11-32

Retomando la historia del hijo pródigo y su restauración tenemos una lección muy grande y hay una gran diferencia entre el padre y su hermano mayor. Si la restauración hubiera dependido de su hermano nunca la hubiera alcanzado, pues éste creía que sólo él tenía derecho a todo, pues nunca había pecado (según él), su hermano sólo merecía morir en su desgracia y pasar la eternidad en el infierno, pero gracias a Dios que la restauración de aquel desgraciado dependía de su padre, quien nunca perdió la esperanza de verlo regresar arrepentido por el camino, lo había visto partir del hogar y cuando lo ve completamente desfigurado no le importó, pues era su hijo, lo estrecho entre sus brazos. Estaba muerto y sólo su amor le volvería a dar vida o sea la restauración ¡Aleluya!

Permita el Señor que usted amigo o hermano que lee estas líneas, si se siente menospreciado y tal vez le han dicho que ya no hay esperanza, yo le digo con toda mi alma que esa es la voz del hermano egoísta, que cree que él nunca va a caer, pero como dijo el apóstol Pablo «Así que, el que piensa estar firme, mire no caiga.» 1 Corintios 10:12 (RVA). Lo que tenemos que buscar no es quién acabe de hundir en el abismo al pastor o al creyente que ha caído, sino buscar como en el ejemplo del vehículo; el taller, al mecánico, al latonero o al pintor (el Señor Jesucristo) que él sí puede y tiene las herramientas para restaurar plenamente: Salmo 146:8.

El Señor les bendiga.

Por: Álvaro Alzate Pérez (QEPD)