El diezmo es uno de los aspectos del cristianismo que más controversias ha generado y sigue generando. A través del escrito argumentaré dos aspectos que se encuentran en la frase «Dios no necesita tu diezmo, el desea tu ciezmo».
1. Dios no necesita tu diezmo
Lo primero que debemos entender es que Dios no necesita nada de nadie. Él no necesita tu adoración, ni tu tiempo, ni tu conocimiento o habilidades y mucho menos tu dinero.
Si yo tuviera hambre, no te lo diría, pues mío es el mundo, y todo lo que contiene. – Salmos 50:12
Dios es el dueño de TODO, y «todo es todo». Las personas que por lo general van en contra de los diezmos, ofrendas o todo lo similar son personas que posiblemente están batallando con la falsa premisa de «mi dinero».
Al entender que lo que tenemos en nuestras manos sea de forma tangible o intangible proviene y es de Dios, llegaremos a la verdad de que solo somos administradores pero que todo es de Dios.
En el contexto de la creación, Dios permite que Adán asigne los nombres a los animales, cultive y cuide del Edén. Pero eso no significaba que se le atribuyera todo al hombre como dueño, consistía en la administración de los recursos creados por Dios. Posteriormente ocurre lo mismo con Noé, se le da la facultad de administrar todo lo que existe. Este principio nos debe seguir rigiendo: Somos administradores porque todo es de Dios.
David sabía muy bien esto, por eso cuando convoca a Israel a dar ofrendas para la construcción del templo dice:
Pero ¿Quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido. – 1 Crónicas 29:14
Como Dios es el dueño de todo, es que llegamos a la conclusión: «Dios no necesita tu diezmo», aclaro que con esta afirmación no quiero decir que diezmar está mal o no es necesario.
2. El desea tu ciezmo
Primero que todo aclaremos que cuando utilizamos la expresión «Ciezmo» nos referimos al 100%.
Ya que hemos aclarado este término, lo que quiero recalcar en la frase es la palabra «desea» y para ello complemento las ideas iniciales del primer punto: Dios no necesita tu adoración, pero desea que lo adores, Dios no necesita de tu tiempo, pero desea que le dediques tiempo… Dios no necesita tu diezmo, pero desea que le des TODO.
¿Qué regalo de cumpleaños le podría dar un niño de cinco años a su padre? ¿No sería algo que precisamente su padre le ha dado? pero a pesar de eso ¿No disfruta un padre ver que su hijo se esfuerza en darle un detalle por «insignificante» que sea o que en últimas provenga de su propio bolsillo?
A Dios no le interesa el regalo, sino el trasfondo y lo que verdaderamente hay en el corazón de quien da, ofrenda, regala a Dios algo. Pero la segunda verdad después del deseo es que realmente Dios desea de nosotros «nuestro todo». Reflexionemos en estos textos bíblicos:
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí – Mateo 10:37
Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme. – Mateo 19:21
Estos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento – Marcos 12:44
Mira —le dijo Pedro—, nosotros hemos dejado todo lo que teníamos para seguirte. – Lucas 18:28
Abraham cuando se le pide a su hijo Isaac (Génesis 22:2) y la forma cómo vivía la iglesia primitiva (Hechos 4:32-37) son otros ejemplos más con lo que podríamos concluir que Dios no sólo quiere nuestro 10%, Dios quiere nuestro 100%, en todos los aspectos.
¿Cuál es tu tesoro? ¿Lo darías todo por Él?
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. – Mateo 6:21
Por: Alejandro Ospina